David Miklos y La vida en Trieste: historia del viajero poliédrico y circular

por José Carlos Rodrigo Breto

Es La vida en Trieste del escritor mexicano David Miklos, publicado por la editorial Nieve de Chamoy, un libro de difícil definición, mezcla de narraciones breves, diario, autoficción y novela de viajes con excelentes momentos de lirismo y otros de introspección. Este hibridismo crea un atractivo tapiz poliédrico que se traduce en la emoción del lector ante la búsqueda de identidad del autor sumido en un juego de laberintos, que se articula mediante una bisagra geográfica: Trieste. En este Odradek de hoy, os traigo este cubo de Rubik narrativo.

En primer lugar, hay que fijarse en la localidad que articula los planos que se superponen en el texto: se trata de Trieste . Esta ciudad del norte de Italia , bañada por el Adriático y que actualmente es frontera con Eslovenia , no siempre ha sido así. Trieste es uno de esos lugares que, como Kalinigrado (otrara Könisberg ) o la propia Andorra , han soportado un destino geográfico mixto, es decir, han servido para unir o separar grandes bloques continentales, han sido Bastión o cordón sanitario para la expansión o penetración de las ideas.

Trieste , en concreto, es un lugar extraño: fue el puerto comercial más importante del Imperio Austrohúngaro , hasta convertirse en la quinta ciudad en importancia del sistema político y geográfico que contenía en sus núcleos como Viena , Budapest y Praga , pero que tras La La La Primera Guerra Mundial pasó a formar parte de Italia mediante el Tratado de Saint-Germaine-en-Layedel 10 de septiembre de 1919. La importante comunidad alemana se vio represaliada por los italianos, que aplica una limpieza étnica en la zona, pero sin lograr borrar la fuerte presencia de croatas, albaneses y griegos, que se acentuó, muchos años después, con La caída de la antigua Yugoslavia .

Estas características especiales se convirtieron en Trieste , en permanente duelo y eclipse con la cercanía de Venecia , en una ciudad en ebullición, en un punto de encuentro con los principios del siglo XX en donde, entre otros personajes célebres, contactar con Kafka como veraneante o Con James Joyce trabajando en la academia de idiomas Berlitz , enseñando inglés a la numerosa población flotante que estaba de paso por el lugar (y en esos momentos de preguerra y colapso del Imperio Austrohúngaro podemos incluir un buen número de conspiradores y espías). En una de mis novelas, Kafkarama , fabulo sobre el encuentro en Trieste deJoyce y Kafka en un café, una posibilidad tan atractiva como casi improbable.

Por todo esto, Trieste es un reflejo de la búsqueda del autor, David Miklos que, por otra parte, es natural de San Antonio , Texas , lugar de evidente carga híbrida; de esa forma, la ciudad, la geografía, jugar un papel decisivo en la obra, la marcan con la impronta de lo que significa el rastreo de la propia identidad, algo que por otra parte es el fin último de todo escritor que trabaja el género de los libros de viajes. Es un tópico, pero es real: el viajero se busca a sí mismo, bien sea en algún recodo del camino, ya sea el final del recorrido, cuando se reencuentra con su alteridad casi de una forma circular.

David Miklos, autor de La vida en Trieste.

No se trata de un libro en forma de circuito que se retroalimenta, aunque mucho de cierre circular haya en la voluntad del escritor de la obra. Es un trabajo poliédrico, como ya dije, al que se superponen diferentes capas geográficas y narrativas. Geográficas: Trieste , Budapest , Londres , Venecia , San Antonio y el Castillo de Miramar , entre otras más o menos reconocibles. En las capas narrativas nos encontramos con diferentes relatos, algunos conformados como cuentos breves, otros ideados como textos viajeros repletos de écfrasis y algunos, incluso, en forma de diccionario.

En esto radica la originalidad de La vida en Trieste de Miklos , en esto y en la evidencia de calidad y emoción literaria que se almacena en el interior de cada segmento que configura el poliedro narrativo. Desde entonces, la modesta editorial mexicana Nieve de Chamoy ha marcado un buen tanto con la etiqueta de un texto como este a su catálogo. Modesta, en efecto, pero que trabaja con calidad y mimo sus publicaciones, configurando una oferta más que atractiva, oferta que poco a poco irá desfilando por las páginas de Achtung! , porque aquí nos interesan las editoriales que merecen la pena.

La vida en Trieste se inicia con un relato conmovedor, un verdadero tour de force de su autor, que parece ofrecernos ya de entrada todo lo mejor que es capaz de elaborar, aunque, después, el libro se sigue moviendo al mismo nivel y ese primer desafío lector se ha resuelto de una forma sobresaliente. En este principio se nos muestra el retrato de una mujer que ha perdido la memoria y languidece en un asilo, con su único destello de lucidez, a las seis en punto de la tarde, en la pregunta que formula todos los días:

«¿Es ese el código de barras que nos llevará a América?».

Se trata sobre una reflexión de la pérdida de la memoria asociada a la espera eterna. Una espera eterna que, no podría ser de otra forma, Miklos la engarza con la novela Zama , de Antonio Di Benedetto , un texto sobre la exasperación de la persona que aguarda, en donde una de las imágenes más potentes de lo que puede resultar una espera agotadora y yerma es la de un mono ahogado y mecido por los remolinos de la marea en las pesadas aguas de un muelle cochambroso. Os dejo un enlace a una reseña que hice de este libro imprescindible de las letras hispanoamericanas, a pesar de sus evidentes fallos estructurales: http://laficciongramatical.blogspot.com/2013/07/zama-antonio-di-benedetto.html

Si Zama es una exacerbación de la inacción y de la búsqueda de una identidad que se encuentra dividida, el primer relato, impactante, del libro de Miklos , se asienta sobre ambas premisas. Por eso, es comprensible que la hilazón de esta historia en el cuerpo del esfuerzo narrativo venga de la mano de una búsqueda que rompa esa espera inanimada y tratado de recuperar una parte identitaria: desde aquí se forja el libro de viajes.

El autor, convertido en protagonista de los periplos, nos eleva a una autoficción viajera de muchos quilates. En primer lugar, se extravía por Budapest , en una obra que no tiene ningún respeto por el tiempo lineal, y en continuo continuo adelante y atrás para confeccionar, además de un poliedro, un atractivo triángulo de pasado-presente-futuro.

Este Budapest de estatuas con leyendas latinas, es la recuperación de los instantes, de un archivo de memoria que reproduce el deambular del autor por la triple ciudad ( Buda – Obuda – Pest ) de los puentes y los leones, de la Plaza de los Héroes y de Matías Corvino , lo que tomará hacia una reflexión introspectiva sobre el paso del tiempo y de cómo se traduce en imprimaciones sobre la piedra, en forma de inscripciones.

Esta conexión interna de Budapest , como ciudad capaz de extraer la cara más oculta del autor, como si sus calles y el Danubio ejercieran una posesión demoníaca que voltearan los interiores de los escritores, obligando a la introspección, conecta con un libro de viajes del que también hemos escrito en Achtung! Me refiero al magnífico Visiones de Budapest ( La línea del horizonte ediciones ) del escritor Sergi Bellver . Puedes leer la crítica en este enlace : http://www.achtungmag.com/sergi-bellver-variaciones-budapest-escrituras-lecturas-la-ciudad-palimpsesto/

Tras el Budapest de la luz que, curiosamente, destapa la parte más sombría de los autores, llega el turno al Londres más oscuro que, por otra parte, permite que brille con gran intensidad la luminiscencia del escritor. Miklos nos relata con pulso firme y contenido la historia de un hombre que vivía dentro de un coche justo al lado de su casa en México , el hombre del Mónaco gris que pasó estacionado 22 años en ese lugar y que, un día, desapareció, murió , perdiendo frecuencia una mancha de grasa en el suelo. A ello se le añaden otras historias en varios planos, desde la muerte del gato del escritor hasta una ruptura sentimental.

Parece que la evocación de Londres ha removido la memoria triste, como esa ciudad fuera del lugar hostil de muertes y desencuentros. El hombre mexicano del coche se da la mano con el gato despanzurrado tras caer desde una azotea y con las sensaciones de la ruptura sentimental del protagonista del texto. Todo esto es un continuo:

“ Una serie de retratos estáticos, no cronológicos. Un conjunto de episodios emocionales, ordenados o desordenados arbitrariamente (…) Narrar una época que no es más, una época consumida en el recuerdo, la memoria entre las ruinas del tiempo abatido «.

Y así, bajo esta premisa, se inicia la parte titulada Historia natural de una vida en Londres , cuyo epígrafe, de inmediato, nos recuerda al escritor alemán Sebald y, como no podría ser otro de otro modo, su monumental obra maestra sobre el desarraigo : Austerlitz ( Anagrama ). Puedes leer una reseña de esta novela en el siguiente enlace y verás que Miklos y el germano, al final, están hablando de lo mismo. Del tiempo en deconstrucción y de la conformación de la identidad —o el extravío de ella—, con Londres al fondo: http://laficciongramatical.blogspot.com/2011/06/austerlitz.html

Esta parte de La vida en Trieste asignó a Londres se presenta como un diccionario, un compendio alfabético en donde las impresiones, las emanaciones, las ideas que transmiten los lugares de la ciudad , aparecen ordenadas de la A a la Z, otorgando un componente mayor de deshumanización a la imagen global que el autor busca transmitir.

Tras el vagabundeo alfabético por los barrios londinenses, el texto aborda el magnetismo y la fijación, que tiene mucho de absurdo kafkiano , el escritor con el Castillo de Miramar en Trieste . Aunque el relato aparece casi al final del libro, me atrevería a señalarlo como el núcleo principal de la obra.

El Castillo de Miramar en Trieste.

En Miramare se nos ofrece una profunda visión emocional de Trieste , además del hechizo que desprende el Palacio , lugar en donde residió, y este es el motivo principal del asunto, el archiduque Maximiliano de Habsburgo , antes de partir hacia el otro lado del mar, es decir a México , para ejercer allí como Emperador .

El Emperador Maximiliano I .

Un Emperador austriaco para los mexicanos… Ese era el nivel de absurdo de la Kakania Austrohúngara . Maximiliano marchó para allá y, apenas tres años después, atrapado en una revolución republicana, derrotado y apresado en Querétaro y, después, fusilado de forma absurda. Una de las páginas más dramáticas y negras de ese insostenible Imperio.

Fusilamiento de Maximiliano I , en un cuadro de Edouard Manet .

Por eso, Miramar ejerce una profunda atracción sobre Miklos , la atracción del desolado, de la derrota y de la pérdida, del sacrificio absurdo y en nombre de nada, de la vacuidad, de una vacuidad al estilo de Zama , y donde el cuarto del Emperador en el Palacio es el recuerdo de un austero camarote de barco con tintes de celda monástica.

Pero tras esto, La vida en Trieste aún nos ofrece tres partes notables: un texto, de nuevo alfabético, esta vez sobre el propio Trieste , y dos relatos importantes, El abrazo de Cthulhu , de evidentes resonancias lovecraftianas , y la que para mí es la mejor porción del libro, Vacas flacas , un final con grandeza y maestría narrativa para dar paso a la última entrada titulada Epílogo elíptico , que ratifica la voluntad de cierre circular de la obra poliédrica.

Es la vida en Trieste un libro de viajes y un viaje interior a los fantasmas y terrores del escritor, a las zonas oscuras que se iluminan con el sol que se filtra por los callejones de Budapest , con el cielo triestino siempre presente como un escenario en donde Miklos se desborda y nos apabulla con su tratamiento del espacio-tiempo, la mejor forma conocida de realizar un viaje al interior, recorrido sostenido sobre las geografías imposibles de la memoria.

Te dejamos el artículo original aquí , La vida en Trieste , y todos los títulos de Nieve de Chamoy se encuentran a un clic.

Lagarto Rey y el realismo sucio, en Achtung!

Imagen

El escritor español José Carlos Rodrigo Breto, desde su Instagram literario Literatura instantánea, recomendó ayer Lagarto Rey, de Javier Medina Bernal. Después de este breve encuentro literario narrado en 59 segundos, ahora escribe una nota en Achtung! en la que explica pormenorizadamente los motivos de su entusiasmo.

Javier Medina Bernal y Lagarto Rey: el reptil borracho en el ojo del escritor

por José Carlos Rodrigo Breto

El mundo de las redes sociales está mal visto. Y con razón: la cantidad de idiotas, violentos y maleducados que se han apoderado de ellas las han convertido en un vertedero de mamarrachos y estúpidos. Te piden amistad para, acto seguido, proponente que asegura que te gusta la milanesa de un recóndito restaurante bonaerense al que nunca llegarás, o las tortillas de papas de la madre de uno, o una clínica de estética y cirugía láser ubicada en Toronto. Por eso, y por los que odian , por culpa de ellos mucha gente deja Instagram o Facebook. Y hacen bien. Pero están concediendo un triunfo a todos esos desgraciados, porque quedarán privados de los milagros que las redes pueden proporcionar. Aquí, en este Odradek de hoy, voy a hablarros de uno. Concretamente se trata de un milagro literario.

Por amistad virtual, por afinidad o por buen rollo generador en la distancia, este bendito Instagram literario del que tanto os hablo, proporcioné una de esas sorpresas que solo son posibles en las redes. Un escritor panameño, sin ningún intento de someterme a la lectura obligatoria de su obra, simplemente con las ganas de hacerme un regalo, me envió desde Viena , lugar en donde se afinca, un ejemplar de su primera novela, Lagarto Rey , publicado en 2018 por una editorial mexicana, Nieve de Chamoy , y el paquete llegó hasta Torrelodones .

Analicemos el asunto: escritor panameño- Viena -editorial mexicana- Torrelodones . Solo la red, solo Instagram , puede favorecer similarmente el tipo de intercambio. Es pura magia, y podría una lástima dejar o renunciar a que te sucedan este tipo de cosas por culpa de un puñado de bobos que te obliga a dejar las redes. Hay que aguantar una cosa, para poder disfrutar de la otra. Ya he dicho estas palabras que, realmente, van dirigidas a una buena amiga propietaria de una cuenta importante en Instagram que se ha visto obligado a cerrar por culpa de los acosadores. Ella ya sabe.

Me llegó la novela, atractivamente editada, de Javier Medina Bernal . Pues sí, mi olfato literario suele funcionar bien. De inmediato, empecé con la lectura: bingo. Estamos ante una obra que necesita, desesperadamente, de muchos más lectores. No pude evitar hacer un pequeño video de 59 segundos en mi cuenta de @literatura_instantanea , afirmando lo mucho que me había gustado, pero quienes me conocieron bien saben qué dedicaría este Odradek de los viernes de Achtung! a explicar algo más pormenorizadamente los motivos de mi entusiasmo.

En Lagarto Rey aparecen algunos de esos procedimientos narrativos innovadores que se asientan en una agresividad verbal inusitada y que han proliferado en la literatura hispanoamericana de los últimos años, en concreto aquella que puede definirse como literatura de frontera o más concretamente transfronteriza (¿hay algo más transfronterizo que un escritor panameño en Viena y que publica con una editorial mexicana?).

En el interior de la narración se sustancia esta carga transfronteriza y transcultural con una mezcla de personajes y discursos panameños, argentinos, mexicanos e, incluso checos, todos sumidos en el torrente de la poderosa arenga de la voz protagonista. Porque digámoslo sin perder ya más tiempo, la voz protagonista, esa primera persona que subyuga y arrebata por su violencia y delicadeza, es el gran acierto maestro narrativo de Javier Medina Bernal . Esa voz es su novela Lagarto Rey .

Esa voz que no puede callarse, la voz de un borracho que en la primera línea de la novela ya se confiesa con el gozo de la embajada que tal vez solo experimentó así aquel Santo Bebedor de Joseph Roth :

“ ¡Ja! Soy alcohólico Si. La reputa de alcohólico. ¿Y qué?

Desde aquí, esa voz está capacitada para desgranar el tipo de discurso que desee. A veces lo impregna con un toque de lirismo al estilo de aquel otro literato-Tourette enfermo de palabras y que con sus versos construcción discursos, Nicanor Parra ; en otras ocasiones es una voz dura y certera que con nitidez se fija en el turbio del mundo que nos rodea. Esta voz es un recurso fundamental de lo que podríamos denominar el realismo sucio , un género muy en boga en estos tiempos, no solo en la literatura hispanoamericana.

La mayoría de los críticos suelen situar el nacimiento del realismo sucio como género literario a caballo de los años 1970 y 1980, pero en opinión de uno de sus máximos exponentes, Charles Bukowski , y también en la mía propia, el abanico temporal es mucho más amplio y Será John Fante el Iniciador of this corriente (ASI Como el propio Bukowski en el prólogo Que ESCRIBE a la novela de Fante , Pregúntale al polvo ), AUNQUE para la Crítica uno de los claros antecesores mar JD Salinger , con la ONU realismo sucio tal vez encontrado en sus cuentos, pero que en absoluto creo que encontró en sus novelas.

Las características del realismo sucio son minimalismo, parquedad en la expresión, concisión, incluso pobreza de elementos. Es lo contextual y no lo formal lo que aplasta al lector, lo que impacta sobre nosotros a la hora de llevar a cabo la lectura. Como ejemplo definitivo de la corriente se podría citar los textos Pregúntale al polvo (1939) y Camino de los Ángeles (1933) —aunque escrita en 1933, solo se publicó póstumamente en 1985, y su éxito resultó una recuperación de la obra del autor— Ambas de John Fante y Cartero (1971) de Bukowski .

Considerado como gran maestro del realismo sucio , también aparece el cuentista Raymond Carver , aunque se debe tomar con prudencia su trabajo y su producción a la vista de las reveladas confesiones de su editor Gordon Lish (parece que su tarea alcanzaba mucho más allá de la de editor de ser mero, actuando casi de coautor y retocando muchísimo, hasta la reescritura, algunos de los textos de Carver ) y quizás cierta fase de Hemingway .

Otros autores que, siempre según la crítica, caben en esta definición de realismo sucio , son el norteamericano Chuck Palahniuk , fundamentalmente con su éxito Club de lucha (1996), y ya en el ámbito de lo hispánico el poeta Roger Wolfe —aunque nacido en Inglaterra , se ha criado en Alicante , y su poesía y producción literaria ha sido en español—, el también poeta, el vasco Karmelo C. Iribarren, el novelista cubano Pedro Juan Gutiérrez con su Trilogía sucia de La Habana (1999), una tendencia de gran arraigo en Cuba, asentada en la pulsión sexual, como una vía sexual de escape a la dictadura, mientras que en Costa Rica , el realismo sucio es manejado por el novelista y cuentista Faustino Desinach , pero como una manera de denunciar y poner de relieve una realidad enferma y empobrecida: la denuncia de los más desfavorecidos y marginales. Con esto se nos presenta un doble aspecto de la corriente según el país en el cual se inscribe: sexo liberador de la realidad o denuncia escatológica de esa misma realidad, pero una realidad, en ambos casos, insoportable.

Todas estas referencias literarias aparecen en la novela, desde el Chinaski bukowskiano hasta Jaime Sabines , que pueden encontrarse junto a Cabrera Infante o Rulfo , pero no solo las literarias, también las musicales, porque desde el mismo Lagarto Rey que hace referencia al venerado Jim Morrison de The Doors , pasando por Silvio Rodríguez o Jeff Buckley y hasta Pablo Milanés , y porque el protagonista es un cantautor perdedor, de abultada panza cervecera, acusado de plagio hasta por el artista español Depedro, Y que al final de no consigue colocar SUS canciones Para que las cante Paulina Rubio , Una delirante Posibilidad que ofrece la novela, ni Para que las cante nadie.

Así que lo cierto es que la realidad también es insoportable para el narrador-protagonista de la novela de Javier Median Bernal . De ahí su inmersión en la bebida y esa apreciación deforme de lo que le rodea. Por todo ello, en Lagarto Rey se exploran también fenómenos de marginación urbana, ligados a la locura, desequilibrio producto del alcohol, y la represión social, psíquica y sexual.

Esta es una tendencia habitual de la variación hispanoamericana del género, que incorporará en su discurso áreas de la vida social censuradas en el discurso literario tradicional (el ámbito del sexo, de lo indecente, el mundo de la prostitución o el alcoholismo, lo que no se dice ni se escribe públicamente) junto con la apropiación de los nuevos discursos urbanos de los márgenes.

De esta manera, se consigue una ruptura del equilibrio del discurso, así así se vincula con posiciones postmodernas, y se plantea desde una posición distanciada y transgresora de las culturas marginales y de la contracultura , así como la revisión crítica de los mitos y construcciones ideológicas Todo ello con expresiones repletas de coloquialismos que expresiones gran inmediatez y complicidad con el lector. Veamos este párrafo de Lagarto Rey :

“ Ya vuelvo.

Ya volví.

Buscaba otra cerveza «.

Gran parte de la producción narrativa de este realismo sucio se construirá como una reacción crítica a los procesos de desintegración social, descomposición moral y corrupción generalizada que se darán en los países de Hispanoaméricaa partir de 1980. Diversos aspectos, como las estrategias revolucionarias o las contrarrevolucionarias, la venta o la entrega del país a la corrupción y la hipocresía política, el lavado de dinero y el narcotráfico, la marginación cultural y social, la destrucción ecológica, serán tratados en los textos: la deformación carnavalesca, lo paródico, las metamorfosis y desdoblamientos, el humor grotesco y el esperpento, todo ello empleado para ofrecer la imagen de un mundo dislocado, mundo en tiempo y descomposición, en donde las fantasías o las apariencias se contraponen a un mundo deforme, clandestino o marginal, regido por la exclusión, la represión y la violencia, el trastrueque de identidades y la enajenación … Elementos, todos ellos, muy de actualidad en la narrativa de Javier Medina Bernaly en su peculiar visión de Panamá la Vieja .

En efecto, todo el libro de Lagarto Rey está atravesado por ese lenguaje popular, sencillo, que narra las historias de la gente común, también de quienes se mueven en las zonas limitadas de la sociedad. Tan limítrofes que dan lugar a escenas delirantes, como el entierro del profesor Luigi. La obra cuenta, así, con la originalidad del mundo que refleja y en el cual se ubica la acción: un país de América Latina en donde las raíces indígenas permanecen bien presentes. Lo que de inmediato nos fusiona con cierto realismo mágico .

Esta afirmación puede sorprender en un principio, dada la mayoritaria tendencia de los cuentistas hispanoamericanos de finales del siglo XX y de principios de XXI a desmarcarse del realismo mágico , al que reconocen y tributan su agradecimiento, sin renegar de él, pero con el que no quieren identificarse.

En Javier Medina Bernal no parece existir ese problema: crear así, en su texto, una curiosa oposición de realismo sucio frente a un realismo mágico cuyo resultado es el de una ciudad como Panamá que muy bien podríamos definir como ciudad sucia , al igual que las Apariciones de México D. F ., sumándose Así uña de Otras Ciudades sucias del tipo de la Habana , San José o Río de Janeiro , por Ejemplo, y en el Ámbito externo de lo latinoamericano, San Francisco , Nueva York , Ámsterdam …

El discurso del protagonista de Javier Medina Bernal es un discurso que a menudo califica como juanrulfiano , y no es en vano, dado que gran parte de la novela la pasa charlando con fantasmas: su abuela, su prima Lola, su editora de prensa, el profesor Luigi … Y ya sabemos que gracias a Rulfo , ya esos fantasmas de Pedro Páramo , podemos beber en las raíces del realismo mágico

Quizás, este híbrido literario que aúna realismo sucio y realismo mágico pueda dar como producto, también, la tendencia apuntada por algunos críticos, la llamada Gótico Tropical . En principio, parecer ser una corriente literaria originaria de Costa Rica . Para el crítico y escritor Juan Murillo , se trata de:

“ Una parafernalia gótica —una puesta en escena gótica (con referencias a la locura, los cementerios, los fantasmas, el espiritismo, la brujería …), etc., cohabita con un naturalismo descriptivo de escasez de recursos, apenas descriptivo y que utiliza problemas escabrosos y de miserias sociales en la ciudad de San José como ambientación para el desarrollo de las historias ” .

Un vistazo rápido y desnudo demuestra que este realismo sucio minimalista lo que hace es denunciar y tomar posición frente a lacras y dramas, frente a la parte de esa cultura tradicional de la violencia que se ha expandido por Latinoamérica como un maremoto originado en la novela de la violencia colombiana (con profusión de sicarios y asesinatos), pero producto no solo de una moda sino de una realidad: los países más desarrollados de Latinoamérica actual hace mucho tiempo que dejaron de ser las Suizas de Centroamérica para convertirse en países corruptos y peligrosos. La voz narradora de Lagarto Rey bien lo sabe:

“ En esta Latinoamérica de buitres e hienas es importante saber inglés —el idioma del enemigo— para poder humillar a los que no saben ”.

En efecto, este es un lenguaje directo, rápido como un disparo o un puñetazo, que te derrota por ko, que aturde al lector, un lector sobrepasado, muchas veces, por la verdadera dimensión de las situaciones disparadas narradas en torrentera y que, gracias a eso, a esa ausencia de lo que sería el regodearse o el entretenerse en lo profundamente truculento, el texto no cae en el tremendismo sencillo y resultante enormemente eficaz. Porque el panzón protagonista lo tiene clarísimo:

» Bebo para escapar » , no para hacer amigos ni ser leyenda .

Es Lagarto Rey una disección de la realidad de Hispanoamérica mediante la simpleza de una exposición verbal de acusada oralidad, con el gozo del abrazo del amigo de taberna y la espuma de las cervezas: tan fácil y tan directa como los resorts de la locura, la borrachera y la muerte. Y es, en esta sencillez, en donde el vozarrón etílico de su protagonista consigue un eco amplificado tan divertido como profundamente literario.

Te dejamos el artículo original aquí , Lagarto Rey , y todos los títulos de Nieve de Chamoy se encuentran a un clic .

La honesta lujuria… ¿del macho?

El crítico literario Roberto Pliego criticó en su sección “A fuego lento” de Laberinto , suplemento del periódico Milenio, el libro La honesta lujuria , de Marco Tulio Aguilera Garramuño. «Es una novela que podríamos llevar a cabo un cabo por un incierto juego de seducción pero no lo hace», opinó. Aquí el texto completo.

Por Roberto Pliego

Ciudad de México / 08.02.2019 16:06:04

Nada simpático me resulta el protagonista de esta novela que pasa por un breve divertimento: Amado de los Santos Dionisio Luna, un violinista mediocre, ya en los cuarenta, quien agobiado por la penuria económica decide prestar sus servicios como consultor erótico y sentimental en la hipnótica ciudad de Xalapa. No me resulta nada simpático porque el narrador de sus andanzas maneja un estilo tan pomposo y extemporáneo como los zapatos de charol. No hay sintonía ni llegamos a ninguna parte.

La honesta lujuria(Nieve de Chamoy), de Marco Tulio Aguilera Garramuño, se resuelve en seis episodios, cada uno rubricado por una mujer a la cual Amado de los Santos se compromete a satisfacer sexualmente un cambio de dinero o solo por urgencia corporal. Ahí están la púber que quiere perder la virginidad con el auxilio de su madre, la mujer sudorosa de 200 kilos de peso, el hada inexpugnable, la esposa insatisfecha, la intelectual esnob, la todopoderosa. El consultor presta satisfactoriamente sus servicios o solo se entrega al juego incierto de la seducción y hasta allí llega el asunto, siempre siguiendo la misma escala de flirteo y conquista o derrota. Es de suponer entonces que estamos frente a una novela erótica y eso significa que hay un amplio catálogo de acometidas, suspiros, gemidos, acrobacias, exposiciones, caminos hacia el orgasmo. Muy bien. O mejor dicho: qué resuelta invitación al bostezo. Y es que, como deciden, el narrador siente un cariño natural por el lenguaje pomposo, una mezcla de academia, vanagloria y falsos arrebatos poéticos. Vamos a ver: “De modo que le buscó la tapadera, girar hacia la izquierda, pero ella, con un movimiento veloz, en lugar de dar la cara, lo que dio el combustible las galas de estribor y el entregó no su coñito capoteante como el hocico de la peor bestia de Cthulhu, sino un apretadísimo anillo cuya doncellez parecía fuera de toda duda ”. O, por ejemplo: «Cualquier científico del amor sabe que una mujer normal es como una pierna de cerdo, que requiere por lo menos de doce horas de maceramiento». vanagloria y falsos arrebatos poéticos. Vamos a ver: “De modo que le buscó la tapadera, girar hacia la izquierda, pero ella, con un movimiento veloz, en lugar de dar la cara, lo que dio el combustible las galas de estribor y el entregó no su coñito capoteante como el hocico de la peor bestia de Cthulhu, sino un apretadísimo anillo cuya doncellez parecía fuera de toda duda ”. O, por ejemplo: «Cualquier científico del amor sabe que una mujer normal es como una pierna de cerdo, que requiere por lo menos de doce horas de maceramiento». vanagloria y falsos arrebatos poéticos. Vamos a ver: “De modo que le buscó la tapadera, girar hacia la izquierda, pero ella, con un movimiento veloz, en lugar de dar la cara, lo que dio el combustible las galas de estribor y el entregó no su coñito capoteante como el hocico de la peor bestia de Cthulhu, sino un apretadísimo anillo cuya doncellez parecía fuera de toda duda ”. O, por ejemplo: »

De la honesta lujuria puede decir que es una de esas novelas que solo produce una sociedad sin tapujos sexuales, y, sobre todo, que es una de esas novelas que terminan siendo un paso en falso: está bien escribirlas pero conducir a una callejón sin salida ; es decir, nacen sin fuego en la sangre porque no aspiran a otra cosa que no sea al encumbramiento del macho quejumbroso.

https://www.milenio.com/cultura/laberinto/apologia-del-macho

Reseña de Sacrificio, en Revista Siempre!

Ricardo Muñoz Munguía hace un acercamiento al Sacrificio de Béla Braun, y concluye opinando sobre la obra: «Béla Braun, entrega una novela que se adjunta a una carga importante de imágenes, pero se termina por un fondo de agua ante dos personalidades que, después de cerrar el libro, nos obliga a profundizar en ellas y, entonces, ver las visiones sobre los protagonistas. Sin duda, un trabajo valioso. Braun debe afianzar su Sacrificio con una, desde ya, esperada nueva novela ».

La novela es el género que se puede dar muchas libertades y, la que hoy nos ocupa, se prende de las imágenes, agota los panoramas que atraviesan los pasos y la memoria. Al inicio se espera que la historia cobre «acción», por decirle de algún modo a lo que vendrá, pero el autor se decide por hacerlo dosificadamente y, conforme avanzamos en las páginas, el cambio de respiración nos indica la fuerza y ​​el interés que ha cobrado la historia de los jóvenes muy opuestos en carácter, actitud, formación …, pero, cuando se encuentra en un interés, un interés que los rebasa y que por nombre lleva el de Mariana, cuando la separación es inminente.

La historia de la primera novela de Béla Braun (Ciudad de México, 1977) corre en paralelo. Dos voces intercaladas la nutren principalmente. Una, la de Adrián Amezcua, quien con tonos frescos y sus innumerables menciones de «verga» se deja ver experimentado y dispuesto a entrarle a todo, sin escrúpulos, fuerte, muy malo para la escuela, pues reprobaba todo, menos Física e Historia Universal …, quien además es el encargado de responder y describir sobre el otro protagonista, quien específicamente lleva la otra voz, es la del «Tili» (tilico), de quien su apodo lo describe físicamente y como la apodaba Amezcua pero con los nombres de Imre o Imikém, un muchacho llegó a una colonia que al analizarla parece no convencerle pero preferible eso a regresar a la casa que más tarde abandonó, quien es inteligente pero, sobre todo, un gran jugador de ajedrez, así forzado por su padre pero también el impulsor de este juego ocupado su vida por completo; también de un personaje escondido como el que tuvo en una reunión cuando hasta la causa de la pena ajena a Amezcua pero Imre hizo la descripción de sus tres sueños: “El primero es el campeón nacional de ajedrez. El segundo no se los puedo decir. Y el tercero es que todos ustedes se ahoguen en el río de mierda que pasa más allá ”.

La portada de Sacrificio (Nieve de chamoy, México, 2017) atina con exactitud la trama. Entre claroscuros va el desarrollo; en líneas paralelas, como ya se dijo, toman un rumbo que tiene una misma puerta: Mariana.

El periodista, editor, músico y escritor, Béla Braun, entrega una novela que adjunta una carga importante de imágenes pero con frecuencia terminan por ser un fondo de agua ante dos personalidades que, después de cerrar el libro, nos obligan a profundizar en ellas y , entonces, se intercalan las visiones sobre los protagonistas. Sin duda, un trabajo valioso. Braun debe afianzar su Sacrificio con una, desde ya, esperada nueva novela.

¡Puedes encontrar la nota en el sitio de Siempre! en el siguiente enlace.

Sacrificio: nada duele tanto como la esperanza

Todo en Sacrificio , primera novela del mexicano Béla Braun , y editada por Nieve de Chamoy, tiene una segunda interpretación, e incluso más de dos, como si la realidad se reflejara en un espejo que fuera de un prisma que nos devolviera múltiples posibilidades. Todo se desdobla en esta historia que transita del género negro a la novela cuántica, pasando por uno de los pilares fundamentales que la sostienen: el realismo sucio. Paradójica afirmación esta, porque el juego con el tiempo y los espacios, en principio, debería alejar la obra de Braun de ese presunto «realismo», pero la ambientación, y la propia trama en sí, tienen mucho de esa marginalidad violenta y sexual que caracterizado este género, con fuerte vocación, además, latinoamericana. En definitiva, Sacrificio, como veremos a continuación, es un debut literario sorprendente. Y sobresaliente. ¡Por eso voy a hablarros de ella en este Odradek de Achtung!

En primer lugar, ubiquémonos en ese título: Sacrificio, y en las doblesces que nos oculta. Ajedrecísticamente hablando, un sacrificio es la entrega de una pieza para ganar una ventaja posterior, ya sea de posición, calidad o tiempo, pero la palabra también se refiere al lugar por antonomasia en donde se realzan sacrificios: un matadero. Y el matadero será un lugar importante para el desenlace del libro.

El ajedrez nos lleva directamente al protagonista: Imre, alias Tili, un precoz campeón, con una extraordinaria proyección que condenará al no realizar, precisamente, un sacrificio que dio el dio la victoria en la partida decisiva, esa que lo convertirá en Campeón Nacional. Ese sacrificio de caballo por peón no ejecutado lo perseguirá durante toda la vida, tal y como asegura Imre:

“LO LLEVO DENTRO DESDE ENTONCES, COMO UN VENENO DE LIBERACIÓN PROLONGADA”.

Imre, con la mente envenenada por el ajedrez.

Desde aquella derrota, Imre inicia una huida, un abandono del ajedrez que también es una huida de su propia vida. Así comienza la novela, con Imre vagando por la Ciudad de México, a la búsqueda de algo que no sabe identificar, atormentado por los años pasados ​​y por algunos eventos ocurridos en la adolescencia, concretamente en la escuela de secundaria, cuando experimentó un primer amor explosivo por su compañera de clase, Mariana.

El cerebro dañado, retorcido, complejo y sufriente de un jugador de ajedrez es todo un topos narrativo. Como ejemplo de ello, otras dos novelas imponentes: La torre herida por el rayo (Destino), de Fernando Arrabal y Novela de Ajedrez (Acantilado) de Stefan Zweig. Los ajedrecistas, tal vez por su mente matemática, son capaces de percibir de una forma peculiar el Universo, que es decir lo mismo que el tiempo y del espacio.

Y hablando de espacio y tiempo, la novela quiebra lo convencional y los retuerce, alterándolos ambos mediante una bifocalización narrativa que es una de sus características principales.

En efecto, en Sacrificio nos encontramos ante un discurso construido a dos voces. Y este es el grandioso acierto de Béla Braun. A la voz sosegada, confundida también, pero seria y represada de Imre, debemos sumar la verborrea desatada y repleta de insultos, expresiones malsonantes, jerga, germanía, o como queramos llamarlo, del otro protagonista del libro: Adrián Amezcua.

Lo realmente interesante es el lugar desde donde se articulan ambas voces. La del protagonista, Imre, en el corazón de una Ciudad de México, de ese DF que no reconoce, inmerso en el caos de su propia percepción, de su propio pensamiento, tratando de comprender y, a la par, de sobrevivir.

Por su lado, el divertidísimo (no por eso menos terrible) discurso de Adrián Amezcua tiene lugar en la cárcel, en concreto (al menos en su mayoría, porque hay un pequeño capítulo en el que Amezcuamonologa con Masilla, su compañero de celda) en una sala de interrogatorios donde un capitán anónimo (¿tal vez comandante?) pregunta al preso sobre su relación con Imre.

De esta forma, Béla Braun define los dos personajes: Imre es activo, Adrián es pasivo, dado que no puede incidir ni actuar en los eventos, que siempre narrará en el pasado, mientras que Imreinfluye sobre ese espacio-tiempo maleable para tratar de alterarlo A favor. Podríamos decir que la peripecia de Imre es onírica y murakamiana, mientras que el discurso de poderosísima oralidad de Amezcua es de componentes rulfianos.

Novela onírica, género negro, realismo sucio. El componente de la ciudad enferma, sórdida, que exacerba las pulsiones sexuales, además de las criminales, es uno de los temas fundamentales de ese realismo sucio, desde sus padres fundadores, John Fante y Bukowski, pasando por La trilogía sucia de la Habana ( Anagrama) del cubano Pedro Juan Gutiérrez o del costarricense Faustino Desinach, este último con toda una serie de títulos que han revitalizado el género, entre los que se incluyen dos obras: Efectos personales y Balada clandestina.

En la novela de Béla Braun aparece la Ciudad de México con estos parámetros alienantes. Es una ciudad peligrosa y enferma, un conglomerado humano en permanente zozobra, que esconde la maldad en su red de pasillos oscuros y escaleras. Imre deambula por este espacio, mientras que el discurso presidencial de Adrián se realiza desde otro mundo igualmente tenebroso y delicado, la cárcel.

De esta forma, ambos protagonistas, separados —al parecer, según afirmación Adrián al comienzo mismo de su discurso, no se ven desde hace diez o veinte años, pero no se encuentra un narrador confiable—, se encuentran una localización afín al realismo sucio, y su devenir se carga de ese onirismo que lleva un comportamiento como figuras mecánicas, casi como peones de ajedrez a los que se puede sacrificar.

El escritor costarricense Faustino Desinach, revitalizador del género del realismo sucio latinoamericano. El discurso de Adrián nunca respondió una respuesta, ni por parte del capitán que lo entrevistará (¿o es un comandante?), Nunca articular palabra, ni de su compañero de celda Masilla, sumido en un sueño extraño con el que parece no prestar atención El discurso de Adrián es un discurso kafkiano, como el de ese Joseph K. que por mucho que alce la voz nunca será atendido en El proceso.

Por su parte, las interacciones de Imre son todas dudosas, al menos dudosas en su mente, por tanto en la mente del lector, y nunca sabremos si son reales o ficticias, soñadas o inventadas, y qué parte de ellas le han sucedido y qué porción será producto de un desdoblamiento esquizofrénico que lo arrastra, más que vivir dos realidades, experimentar una dimensión paralela.

El espacio, entonces, que ambos protagonistas compartidos, se encuentra en el recuerdo, en el pasado, en el tiempo compartido en la escuela secundaria, verdadero motor de la novela. En esa época, durante un campamento campestre llevado a cabo por el colegio, Imre hará su demoledora confesión a sus compañeros, al ser obligado a expresarse en público. A la pregunta del profesor acerca de lo que quería de la vida, admite:

“Soy Imre y tengo tres sueños. El primero es ser campeón nacional de ajedrez. El segundo no se los puedo decir. Y el tercero es que todos ustedes se ahoguen en el río de mierda que pasa más allá ”.

De los tres sueños, y nótese que se utiliza la palabra sueño, en el primero fracasará al no realizar ese sacrificio al que me refería al principio; el segundo, inconfesable, es su amor por Mariana, y el tercero viene propiciado por el aborto que tiene el muchacho por sus compañeros de clase que lo mortifican dado que, tal y como Adrián lo califica, es un friki incomprendido, permanentemente ninguneado y alguna vez un bullying

Poco después, Imre sorrenderá a Mariana, entre los árboles del bosque, relaciones sexuales con otro compañero de clase, justo cuando ha sido acicateado por Adrián los personajes; aquí es Adrián el activo e Imre el pasivo), lo que había convencido de que abordarían a la muchacha y confesarle lo que debían.

Béla Braun marca con especial crueldad, sexual y psicológica, el instante de la visión de Imre, al ponerla en palabras de Adrián, y ya sabemos que Adrián es un pendejo deslenguado que todo lo cuenta de manera directa y sin miramientos. Y el impacto, la humillación en Imre, es de tal grado que, y este es otro golpe maestro del autor, de inmediato se desencadena una brutal tormenta sobre el campamento.

No se trata de un recurso, de la llamada falacia patética wertheriana en donde el estado interior del ánimo del personaje se proyecta en la climatología externa; simplemente, estalla la tormenta, trae una riada y ahoga “en el río de mierda” a unos cuantos compañeros de clase. Se acaba de configurar así, para el resto de alumnos, un Imre despechado y vengativo capaz de crear una tormenta para castigar la afrenta sexual y cumplir así su tercer sueño. Desde entonces, aún será tratado en clase de peor forma, hasta que la situación se haga insostenible. Todos lo culpan del terrible suceso.

Béla Braun ha cambiado aquí que ha sabido construir un segundo pasado terrible que, sumado al ajedrecista, atormentará al protagonista. Vaga por la ciudad a la búsqueda de una nueva realidad, y manifiesta al inicio de su huida:

«En algún lugar tiene que estar la vida».

Y es una huida que tiene un objetivo claro, la búsqueda de sentido, y como tal comprende Imre esta salida de su casa paterna:

«En algún lugar debe de haber respuestas».

Imre se aleja de su barrio de la infancia, del lugar en donde ha vivido, como se trata de un resucitado que abandona tu tumba:

“La colonia que dejé al otro lado de la gran avenida es un cementerio sin cruces, de enormes tumbas con ventanales, y alguna rotonda, las casas que ya no serán mi tumba, el barrio que ya no será mi panteón”.

La afirmación recuerda a esos versos de Dámaso Alonso, cuando dice en su poema Insomnio (del libro Hijos de la ira, de 1944):

“Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas).

A veces en la noche yo me revuelvo y yo incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,

y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna … «.

Aunque el poema, escrito un año después del final de la Guerra Civil, tiene ese trasfondo, desde entonces, bien podría ser el leitmotiv de la novela Sacrificio, simplemente cambiando la ubicación, Madrid por la Ciudad de México. Al fin y al cabo… ¿Acaso las grandes ciudades no tienen algo de tumbas en vida para sus habitantes?

Es así: los dos protagonistas habitan en el interior de sus propios sarcófagos. El de Adrián es físico, la cárcel, la celda, pero el de Imre es psíquico. La dualidad de ambos sepulcros viene reflejada por un juego de capítulos y contra capítulos, tipográficamente emparejados por dos números; uno de ellos, el perteneciente a la huida de Imre, se consigna en números romanos, y le sigue, inmediatamente, el capítulo con el discurso de Adrián. La estructura es la siguiente: I, 1, II, 2, III, 3, IV, 4, V, 5…, hasta el final del XI, 11.

Esta técnica de dobles capítulos o como él definido, contra capítulos, ya me había encontrado antes, elaborada de algo diferente, pero con el mismo espíritu que utiliza Béla Braun, en Frías flores de marzo (Alianza), la novela del escritor albanés Ismaíl Kadaré Las dos realidades (o tal vez irrealidades) conviven a la par, quebrando espacio y tiempo y convirtiéndose en Sacrificio, además, en una novela cuántica hasta el punto de que Imre confiesa que:

«Tenía miedo de estar despierto y descubrir que nada había pasado en realidad».

Por último, me queda un detalle que, dada mi pasión por lo húngaro, no podría pasar por alto. Ya en el nombre del autor, en ese Béla, resuenan ecos magiares, aunque por mucho que él introdujo por las redes e Internet, no encontró ninguna referencia del escritor a esos presuntos ascendentes húngaros. Por cierto, ya que hablo de Internet, os dejo a continuación dos enlaces a dos entrevistas con Béla Braun llevadas a cabo en televisiones mexicanas.

 

Programa Molino de viento

Entrevista con Béla Braun, sobre ajedrez, arte y Sacrificio.

 

Béla Braun en La Entrevista del Noticiero Vespertino de TV Más, Xalapa, Veracruz.

 

Béla nos cuenta sobre su trayectoria y sobre «Sacrificio» su primera novela.

 

Vuelvo a lo de Hungría. En la novela, los padres de Imre (que comparte nombre con Imre Kertész, el Premio Nobel de Literatura) hablan en un idioma extraño que, evidentemente, es húngaro. No es difícil llegar a esta conclusión: los padres de Imre son húngaros refugiados en México tras la represión con la Unión Soviética sofocó la Revolución de 1956 y que trajo la oscura época del kadarismo, en relación con János Kádar, Presidente del Partido Socialista Húngaro.

Y de Hungría nos llega el personaje de Gyula, identificado como un demonio, un ser sombrío y espectral que arrastra la muerte tras de sí. Gyula ha sido, durante la infancia de Imre, su maestro, le ha enseñado el ajedrez competitivo. Gyula encarna a esos tipos de la policía secreta húngara o Államvédelmi Hatóság, conocida por sus iniciales de ÁVH. Podemos suponer que, el padre de Imre, localizado en México, es extorsionado por Gyula de alguna manera, y el resultado es un intercambio, casi un sacrificio: la entrega del hijo a su maestro de ajedrez.

Un dato más que añadir al misterio específicamente desvelado: un mensaje en un concursante, con la voz de su padre dirigiéndose a Imre, utiliza la palabra de cortesía servus (se escribe szervusz, aunque el autor opta por la forma fonética y no por la ortográfica ) Es un saludo algo más formal que el habitual szia, lo que implica un respeto del padre por el hijo, suponemos que bien ganado en el tablero de ajedrez.

Béla Braun, autor de Sacrificio, durante un concierto. Nótese que lleva una camiseta con la portada de su novela. Esta trama de trasfondo húngaro es una más de las aberturas que propone una novela caracterizada por el poderoso discurso de la voz de Adrián Amezcua, y que, curiosamente, me ha grabado la voz narradora que aparece en otra novela publicada por Nieve de Chamoy y de la que ya hablamos aquí, en Achtung! Me refiero a Lagarto Rey, del panameño Javier Medina Bernal.

Y como la literatura, y la música, entablan conversaciones con otros autores y con otros músicos, las voces poderosas de Sacrificio y Lagarto Rey, de Béla Braun y de Medina Bernal (ambos músicos) se unieron para presentar en un concierto las novelas. Aquí os dejo un enlace a tan curioso y original evento, con ambos escritores, mexicano y panameño, sobre el escenario:

Concierto BRAMA en el 1er. Aniversario de Nieve de Chamoy.

El jueves 3 de mayo del 2018 en Bajo Circuito, se llevó a cabo la celebración del primer aniversario de la editorial Nieve de Chamoy.

Quizás esta música pueda traer algo de sosiego tras la lectura de Sacrificio , tensa y tremenda novela cuyo corolario podría ser una afirmación de su protagonista:

» Nada duele tanto como la esperanza «.

Y es que, la esperanza, a veces, se encuentra detrás de una puerta de metal que, cuando se abre, da paso a un matadero y muestra decepciones que son como horrores. Como lectores, de verdad, os animo a que abráis la puerta metálica de Sacrificio . Lo que encontréis después ya es cosa vuestra, algo que se encuentra dentro de cada uno, pero es indiscutible que, además, disfrutaréis con el hallazgo de una gran novela.

El artículo original lo encuentra aquí.